Sus pasos lentos, su triste
mirada y rostro tierno, hacen que todos volteen a verla. “Muñequita”, así la llamamos
los vecinos del Barrio de Yanama, pues su vestimenta se asemeja a una de
porcelana.
Sentada en el puente que une a
Huancayo con Chilca vende bolsas de canchita de maíz y fideos a s/0.50; es su único
sustento. De su vida no sabemos nada (y creo que ella sabe poco), solo nos
menciona que es una mujer casada y con dos hijos, los cuales refiere, viven
en Ayacucho.
“Cuando tenga dinero, iré a
visitarlos”, repite constantemente, pero
esto no se puede concretar debido a que ella no cuenta con el documento de
identidad, el cual es indispensable para
realizar un viaje, me comentó que nació en una casa pero que ignoraba su ubicación, por ello no sabe donde pedir su DNI. Me preguntó “¿sabes cuándo es mi cumpleaños?- luego añadió -porque yo no.
A veces creó que está sorda y
otras parece que escuchara. Cuando conversamos me doy cuenta que tiene algún tipo de problema mental , que solo aparece en ocasiones, ella se transporta a otro tiempo, busca a su esposo y me reclama su paradero; cree que aún es joven y en secreto me cuenta de un mozo
que la corteja.
En nuestras muchas caminatas me ha relatado la historia de cada casa por la que pasamos, aunque en cada paseo estas
cambian. La aprecio, su piel me dice sin hablar que ella es la experiencia
encarnada, y que cuando el ser humano lo ha vivido todo, siempre desea volver a
empezar.
La acompaño hasta su casa, por la
cual paga s/20 mensuales (no sé como los consigue), le manifiesto que no debería
salir tanto a la calle pues ya una vez la atropellaron y como consecuencia ahora cojea, tarda en recorrer una cuadra en lo que una persona haría diez.
Desayuna un pan con gaseosa, almuerza en un
comedor popular (al que tarda en llegar 2 horas), y no, ella no sabe lo que es
cenar; es ahí que uno piensa, ¿A quienes
llegan los programas sociales como “Pensión 65”?
Le dije que sonriera para la foto,
porque ahora la conocerían, lo hizo y me dijo:
“Solo diles que yo soy Rigoberta Placida.”
Por Scarleth Paitan.
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